Las protestas estallaron en Belgrado, Serbia, entre los partidarios y la oposición del presidente Aleksandar Vučić, tras una enorme manifestación en Novi Sad, donde miles de personas conmemoraron un año de la tragedia ferroviaria.

La policía intervino para separar a los dos grupos, que lanzaban botellas y fuegos artificiales. Entre los manifestantes se encontraba Dijana Hrka, madre de una de las víctimas, quien anunció que inicia una huelga de hambre para pedir justicia. Los partidarios de Vučić, que tienen el campamento frente al Parlamento, están protegidos por la policía, y el acceso del público está restringido. Los manifestantes acusan al régimen de corrupción y negligencia en la renovación de la estación, exigiendo elecciones anticipadas y la liberación de los detenidos. Las autoridades han intensificado la represión, y la prensa pro-gubernamental ha etiquetado a los manifestantes como "terroristas".