El incidente tuvo lugar en una escuela pública de Londres, donde el profesor trabajó durante casi tres años. Todo comenzó cuando un grupo de estudiantes musulmanes se lavaban los pies en los lavabos de los baños de chicos, y el profesor les dijo que este comportamiento no estaba permitido y que la escuela no era religiosa. Subrayó que Gran Bretaña es un estado cristiano, lo que llevó a que tres estudiantes presentaran quejas, sintiéndose heridos. El profesor fue suspendido y posteriormente despedido por faltas graves, siendo propuesto para la prohibición de trabajar con menores. La investigación policial fue archivada sin cargos, pero la comisión de protección infantil concluyó que el estudiante que presentó la queja había sufrido traumas emocionales. El profesor, apoyado por la Unión por la Libertad de Expresión, impugna la decisión y lleva a juicio a la autoridad local, argumentando que fue despedido injustamente. Lord Young criticó el caso, subrayando que el profesor fue sancionado por expresar una opinión relacionada con la religión oficial de Inglaterra.
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