El ambicioso proyecto del presidente Donald Trump de transformar la Casa Blanca en un espacio opulento ha generado controversia, especialmente en el círculo de la primera dama, Melania Trump, quien habría expresado serias preocupaciones sobre la demolición del Ala Este, su oficina tradicional. El edificio, con una historia de más de 120 años, fue rápidamente destruido, y Trump planea construir un salón de baile extravagante, estimado en 300 millones de dólares, financiado con donaciones privadas y fondos propios.
Melania ha declarado que no tiene ninguna implicación en el proyecto y que desea distanciarse de esta decisión. Aunque el presidente rechaza las críticas y los rumores de que el nuevo edificio podría llevar su nombre, continúa avanzando con los planes, eliminando los obstáculos burocráticos. Esta idea no es nueva, Trump la ha tenido en mente desde 2010, pero ahora, con su regreso al poder, ha decidido implementarla.