En el contexto de las tensiones internacionales y las amenazas de conflicto, cada vez más suizos desean un acercamiento a la OTAN, y las autoridades suizas han decidido invertir más de mil millones de francos para restaurar los búnkeres construidos durante la Guerra Fría. Estos refugios, que han sido transformados en depósitos y centros de cultivo de champiñones, serán devueltos a los estándares necesarios para asegurar un lugar para cada persona en el país en caso de ataque.
Los trabajos se centran especialmente en grandes estructuras, como Urania en Zúrich, que puede albergar hasta 11,000 personas. Además, las autoridades suizas están estudiando soluciones para proteger a los empleados durante el horario laboral, teniendo en cuenta los riesgos de un ataque.
La creciente percepción del peligro también ha estimulado al sector privado, que ofrece búnkeres simples, pero también estructuras sofisticadas, con precios que varían desde 20,000 hasta más de un millón de euros. Esta tendencia refleja una reevaluación de las prioridades de defensa civil frente a las amenazas globales, incluidas las nucleares y convencionales.