Bruselas, 12 de noviembre de 2025 - La Comisión Europea ha lanzado "Busola Cultural para Europa" (Culture Compass for Europe), un nuevo marco estratégico que transforma la cultura de un ámbito sectorial en un instrumento de integración política. A través de esta iniciativa, Bruselas intenta construir una identidad europea común basada en valores culturales, creatividad y libertad artística, en un momento en que Europa enfrenta fragmentación política y desconfianza en sus instituciones.
El evento de lanzamiento, dirigido por la vicepresidenta ejecutiva Roxana Mănzatu y el comisario de Juventud y Cultura, Glenn Micallef, tuvo una apuesta clara: reafirmar la cultura como el lenguaje común de Europa. "La cultura no es una historia secundaria. Es la historia de Europa. Define quiénes somos. Merece nuestra atención y políticas fuertes", declaró Mănzatu. Para Micallef, el mensaje fue social y directo: "Los aplausos no pagan el alquiler. Casi ocho millones de europeos viven y ganan su vida a través del arte y la creatividad. Pero demasiados aún enfrentan inseguridad. Eso tiene que cambiar."
La Busola Cultural propone veinte acciones para la próxima década, destinadas a crear la infraestructura política de una "Europa cultural". Entre ellas: una "Carta de los Artistas de la UE" para condiciones laborales justas, una estrategia sobre el uso de la inteligencia artificial en la cultura, un informe anual sobre el estado de la libertad artística y una propuesta para duplicar el presupuesto cultural en el futuro Marco Financiero Plurianual 2028-2035.
La Comisión ve en la cultura un recurso estratégico para la unidad europea. Bajo el lema "Europa por la Cultura, Cultura para Europa", el nuevo marco coloca el arte, el patrimonio y las industrias creativas junto al mercado único y la transición verde en la arquitectura política de la Unión. Según el último Eurobarómetro, el 87% de los europeos consideran que el patrimonio cultural contribuye al sentimiento de pertenencia europea, una base social sólida para una nueva agenda identitaria.
Ante el auge del populismo y la competencia global por la atención, Bruselas intenta utilizar la cultura como un instrumento de cohesión política. La Busola no se limita a la financiación, sino que busca ofrecer una narrativa común: Europa como un espacio de libertad artística y creatividad democrática. "La cultura es la primera línea de defensa de la democracia", dijo Micallef, reiterando un argumento central de la Comisión, que el pluralismo cultural es el antídoto contra la polarización y la desinformación.
Pero esta visión también tiene un precio. Algunos observadores advierten que la Busola Cultural podría transformar la cultura en un instrumento de política identitaria, con el riesgo de uniformizar la diversidad europea. En una Unión que promueve "la unidad en la diversidad", definir una "identidad cultural común" sigue siendo un ejercicio delicado: ¿cuánta integración cultural puede existir sin perder la especificidad nacional?
El componente más concreto de la Busola es la "Carta de los Artistas de la UE", destinada a establecer principios comunes sobre condiciones laborales, remuneración y protección social. La iniciativa responde a una realidad, la precariedad de los trabajadores culturales, pero, sin una base jurídica obligatoria, corre el riesgo de permanecer como un compromiso moral. Las regulaciones sociales están en gran parte bajo la competencia de los Estados miembros, y su armonización a nivel europeo será difícil.
Otro tema importante es la relación entre arte y tecnología. La Comisión elaborará una estrategia para el uso de la inteligencia artificial en la cultura, con el objetivo de aprovechar la innovación digital sin socavar los derechos de autor. "La tecnología debe servir al arte, no reemplazarlo", dijo Micallef, advirtiendo sobre el riesgo de que la IA se convierta en un sustituto de la creación humana. El tema es sensible: según una encuesta reciente, el 97% de los encuestados no pueden distinguir entre la música producida por humanos y la generada por algoritmos. Esta estrategia plantea, sin embargo, dilemas jurídicos. La Ley de IA y la Directiva sobre derechos de autor imponen reglas estrictas sobre el uso de contenido protegido en el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial. El nuevo marco cultural deberá equilibrar los derechos de los creadores con la innovación tecnológica, una zona gris donde la economía, la ética y la política se encuentran.
La ambición financiera de la Busola es significativa: la Comisión propone duplicar los fondos para la cultura en el próximo presupuesto europeo. El argumento es económico, cada euro invertido en cultura genera beneficios dobles a través de empleos, turismo e innovación. Sin embargo, en el contexto de las presiones presupuestarias generadas por la defensa, la competitividad industrial y la transición verde, esta duplicación parece difícil de lograr. Los Estados miembros con prioridades económicas estrictas podrían impugnar la expansión del presupuesto cultural.
En el plano político, la Busola prevé una Declaración Común sobre Cultura, firmada por el Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión, un intento de fijar la cultura como un pilar de la integración europea, junto a las dimensiones social, ecológica y digital. Si se adopta, representaría el primer reconocimiento formal de la cultura como un ámbito estratégico de cohesión política.
A través de la Busola Cultural, la Comisión intenta hacer más que financiar eventos o museos. También propone crear un marco de identidad europea que responda a una pregunta fundamental: ¿qué significa hoy ser europeo? Detrás del lenguaje técnico y de los planes presupuestarios, la iniciativa expresa una preocupación más profunda, la de devolver a la Unión una historia común en una época de competencia cultural global.
"Cuando la cultura gana en Europa, Europa gana", dijo Micallef al finalizar el evento. Queda por ver si esta victoria se traducirá en programas concretos o permanecerá como un ejercicio de visión política. La Busola Cultural no es solo una política para artistas, sino un intento de reconstruir el sentimiento de pertenencia europea a través de la cultura.
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