La policía y los fiscales de Rumanía e Italia llevaron a cabo 25 registros para desmantelar un grupo criminal formado por más de 30 miembros de cuatro familias, que habrían explotado sexualmente, especialmente en Italia, a más de 30 víctimas. El grupo tenía una estructura piramidal, liderada por miembros mayores, que coordinaban las operaciones financieras y logísticas. De la actividad criminal, el grupo habría obtenido aproximadamente 1,7 millones de euros, que habrían transformado en propiedades inmobiliarias y bienes de lujo para ocultar su origen ilícito.
Las víctimas eran reclutadas mediante el método loverboy, siendo presentadas como parejas de confianza, y el control sobre ellas era estricto. Los miembros del grupo actuaban en equipo, independientemente de la familia de origen, y se encargaban de identificar y reclutar a las víctimas. Tras los registros, se confiscaron automóviles de lujo, sumas de dinero y armas, y 19 personas fueron detenidas por la constitución de un grupo criminal organizado, tráfico de personas, proxenetismo y lavado de dinero.
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