La muerte de la doctora Ștefania Szabo, encontrada muerta en la sala de guardia del hospital más grande de Buzău, ha conmocionado a la comunidad médica. A solo 37 años, era conocida por su dedicación, sin haber tomado una baja médica durante aproximadamente tres a cuatro años. La información reciente sugiere que, la noche anterior a su fallecimiento, se habría auto-inyectado con propofol, un anestésico que puede ser mortal si se administra incorrectamente.
Los toxicólogos advierten que la auto-inyección puede llevar rápidamente a la pérdida de conocimiento y, en algunos casos, a la muerte. Sus colegas mencionaron que Ștefania trabajaba extremadamente duro, teniendo hasta 8 guardias al mes, lo que podría haber contribuido a su agotamiento. Esta tragedia ha planteado preguntas sobre las condiciones laborales en el sistema médico y sobre el impacto del estrés en el personal médico.
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