Las protestas de la Generación Z han ganado impulso en todo el mundo, incluyendo Madagascar, donde los jóvenes se han movilizado contra la corrupción y las precarias condiciones de vida. Estos movimientos se caracterizan por una organización informal, sin líderes destacados, lo que los hace difíciles de suprimir.
Por ejemplo, en Sudán, los jóvenes fueron esenciales en la derrocación del dictador Omar al-Bashir en 2019. En Kenia, las protestas llevaron a la retirada de las propuestas de aumento de impuestos del presidente William Ruto. Aunque estos movimientos pueden generar inestabilidad política, transmiten un mensaje claro a las élites de que la política debe responder a las necesidades de los ciudadanos. Los líderes que no logran proporcionar empleos y servicios continuarán enfrentándose a protestas, simbolizadas por la bandera con calavera, que refleja la ira de los jóvenes frente a los regímenes opresivos.
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