
En una entrevista concedida al diario sueco Aftonbladet, Greta Thunberg relató las experiencias traumáticas que vivió durante su cautiverio, después de que su flota de ayuda a Gaza fuera interceptada. La activista acusó a los soldados israelíes de haberla agredido físicamente, afirmando que la patearon y la humillaron arrojándole una bandera israelí sobre ella. Thunberg contó cómo los soldados le arrancaron el sombrero, lo pisotearon y se tomaron selfies con ella, mientras sus pertenencias eran destruidas. También mencionó que los guardias de la prisión amenazaban frecuentemente con "gas" a los activistas en sus celdas. El Ministerio de Relaciones Exteriores israelí rechazó las acusaciones, llamándolas "mentiras descaradas", afirmando que Thunberg no había reportado estos incidentes a las autoridades. Después de cinco días, Thunberg fue liberada y deportada, recibiendo de vuelta la bolsa en la que estaban inscritas mensajes ofensivos.