Los bombarderos B-1 Lancer despegaron de la base aérea Dyess en Texas y volaron a través del Caribe hasta la costa de Venezuela, según la agencia Associated Press. Este vuelo fue un ejercicio de entrenamiento planificado, parte de una serie de operaciones destinadas a probar la reacción de las fuerzas aéreas estadounidenses en la región. La presencia militar de EE. UU. en el Mar Caribe también incluye buques de guerra, aviones de patrulla P-8 Poseidon, drones MQ-9 Reaper y aviones F-35B desplegados en Puerto Rico.
El Pentágono describió estas maniobras como una "demostración de ataque con bombarderos" contra los carteles de drogas en Venezuela. Las especulaciones sobre una intervención estadounidense en Venezuela han aumentado, tras ataques letales a embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas. El presidente Trump ha negado la intención de una escalada militar, pero ha mantenido un tono crítico hacia el régimen de Maduro, afirmando que tiene autoridad legal para llevar a cabo ataques contra los barcos involucrados en el tráfico.